La Dismorfia Múscular en diferentes deportes: fútbol, gimnasia, halterofilia, natación y triatlón.

La DISMORFIA Muscular (DM; Pope, Katz y Hudson, 1993), ha sido clasiFcada recientemente en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014), dentro del espectro de trastornos dismórFcos corporales (TDC), coincidiendo con variables señaladas por González-Martí, Hernández y Contreras (2012), como puede ser la percepción errónea de la apariencia. A su vez aparece enmarcada en los trastornos obsesivos compulsivos (TOC; APA, 2013), en consonancia con datos presentados por diferentes estudios (Maida y Amstrong, 2005; Phillips et al., 2010), por realizarse conductas repetidas como pueden ser el uso excesivo de la báscula o el espejo para controlar los cambios en la apariencia.La DM se define por la preocupación de un individuo por defectos percibidos o imperfecciones en la apariencia física, que pueden no ser imperceptibles o poco importantes para otras personas (APA, 2013). Dicha preocupación causa malestar significativo o deterioro social y ocupacional, y no se explica mejor por la preocupación hacia el peso corporal o el tejido adiposo (APA, 2013). Dentro de esta deFnición, el manual concreta el concepto de TDC con “Dismorfia Muscular”, “cuando al sujeto le preocupa la idea de que su estructura corporal es demasiado pequeña o poco musculosa” (APA, 2013, p. 243).Con relación a este trastorno, son comunes los estudios entre Físicoculturistas y levantadores de peso, población en la que mayor proporción de afectados se ha encontrado (Esco, Olson y Willi±ord, 2005). Según González-Martí, Hernández, Hernández-Martínez y Contreras (2014), son los deportistas que más insatisfacción muestran, mayor motivación por incrementar su musculatura y síntomas de DM. En esta línea se encuentra el modelo conceptual de Grieve (2007), que expone que aquellos deportistas que realizan deportes en los que es importante el desarrollo muscular y la apariencia, sufren un mayor riesgo que el resto de desarrollar DM. Por el contrario, atendiendo a la nueva definición de DM, las imperfecciones percibidas en la apariencia física de quienes la padecen pueden no ser observables para otras personas, por lo que es posible que deportistas de otras modalidades estén su±riendo este trastorno. Por tanto, y dado que existen pocos estudios realizados con muestras heterogéneas (Baghurst y Lirgg, 2009), se plantea una investigación con deportistas halterofilios, gimnastas, nadadores, triatletas y futbolistas de manera conjunta, con representación de ambos géneros, por considerarse la DM como un trastorno exclusivamente masculino (APA, 2013), cuando por el contrario se ha demostrado que las mujeres también lo padecen (González-Martí, 2012a).Los objetivos que se plantean por tanto son: detectar síntomas de DM en atletas de diferentes modalidades deportivas y valorar el autoconcepto físico (A²) de éstos en función de si padecen o no DM. Se espera que, en aquellos deportes en los que la masa muscular y la fuerza sean determinantes para el rendimiento, los deportistas muestren más síntomas de DM que en el resto de modalidades deportivas (hipótesis 1).En base a los indicadores de distorsión corporal, y la consecuente preocupación o malestar, se espera encontrar en los deportistas con DM relaciones negativas entre autoconcepto general y autoconcepto físico general con atractivo físico, coincidiendo con el estudio presentado por González et al. (2014). Por el contrario, se esperan relaciones positivas entre autoconcepto físico con fuerza y condición física (hipótesis 2), por la simple práctica de actividad física, coincidiendo en este caso con el estudio presentado por Esnaola (2005).

Tomado de: Revista de Psicología del Deporte 2017 Vol. 26, núm 2 pp.123-130. Universidad De Almería.

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